El sexo masculino no debería existir, pero ahora entendemos por qué sí
Desde un punto de vista genético y biológico, el sexo masculino es prescindible. Es incapaz por sí mismo de prolongar la especie y lo único que hacen es aportar su propio cromosoma, el Y. Eso es una mala noticia para unos cuantos, pero ahora la ciencia tiene algo más claro por qué (por suerte, supongo) el sexo masculino existe.
La
evolución tiene su particular manera de premiar la eficiencia y relegar
la complejidad improductiva a un segundo plano hasta que esta
desaparece, y la especie se extingue. Está claro también que el sexo
masculino no sólo existe sino que, salvo algunas excepciones y
variaciones como el hermafroditismo, es un patrón común en una gran
mayoría de especies. Ahora, los resultados de un experimento publicados en Nature
han aportado algo de luz para entender un poco mejor por qué no hay
simplemente hembras reproduciéndose entre sí y perpetuándose.
Desde un
punto de vista genético, dos hembras con dos cromosomas XX pueden unirse
para dar lugar a un nuevo individuo, del mismo sexo y raza, también XX.
Así, en teoría, eternamente. La clave parece estar sin embargo en la
carga genética y en la diversidad que aporta una dosis extra de
variación genética, como ocurre con los machos y su cromosoma Y.
El premio: la variedad genética
Después de varios años de experimento
y 50 generaciones de escarabajos más allá, los responsables del
experimento analizaron la salud y las condiciones generales de ambas
poblaciones. Para ello cogieron y aparearon entre sí en una zona aparte
varios de los escarabajos resultantes de cada una de ambas poblaciones.
En el grupo con gran selección sexual y competencia, el apareamiento
entre hermanos duró más allá de 20 generaciones, sin embargo, los
escarabajos resultantes del grupo donde apenas había selección no
llegaron a las 10.
Dicho de
otro modo, el hecho de que la hembra tenga que escoger el macho, un
patrón que se repite en varias especies de animales, facilita y favorece
la variedad genética, eliminando las mutaciones de la mezcla. En
humanos, algo parecido puede encontrarse con los problemas de salud
derivados de la consanguinidad que algunos linajes reales experimentaron durante varios siglos como consecuencia de la mezcla sexual entre parientes muy cercanos.
El sexo masculino no debería existir, pero ahora entendemos por qué sí
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